Seiscientos cincuenta kilometros de ida y vuelta

Daré una nueva oportunidad a la intuición
y colgaré el cartel de vacío
quitando la razón a la razón
y los caprichosos relojes a nuestra historia
Venderé eso que llaman destino al azar
y compraré el calor de tus preguntas
Cambiaré por cromos la incertidumbre
y las dudas, por el sabor de tus labios
Negociaré las noches de insomnio
y pactaré con mis sueños para que en la letra pequeña aparezcas
dejando que la noche se emborrache de tu deseo
Abandonaré la soledad en el bolsillo del pantalón
que no usaré este invierno
y apostaré por esa canción
Y así quizás
vuelvan a susurrar las esquinas

Aquel libro que habla de ti
Esa canción que te describe
la ráfaga de viento, en cualquier lugar
  que sigue oliendo como tú
los sueños (todos) donde apareces
un maldito lápiz que me obliga a dibujarte
este texto que conserva tu presencia
o tu ausencia
la manera en que mis ojos
  volviendo a echarte de menos
  brillan
un número, no cualquiera
los pañuelos que guardan
  las lagrimas caídas
  en la parte de atrás de mi coche
  mientras volvía a pedirte
  quédate

Y es que te llevo en volandas...

Reverbera en mi cabeza
el brillo de tus ojos
el sabor de ese beso
tu respirar
hasta que la mañana
como un mazo
me devuelve a mí...

Te invité a desayunar
y tú, invitaste a todo
una sonrisa, una mirada, un mundo
a tiempo de relojes sin pila
Desayuné de tu sonrisa
en taza, sin azúcar, sin leche, a sorbos
y el café de tus ojos
masacró el insomnio de los míos
Y parece que nos entendimos
y terminamos de conseguir
rasgar las costuras
que cosían nuestra boca
Y comenzaste a llenar las mañanas
de gotas en forma de sonrisa
y las noches de poesía
que volvían a pronunciar renglones de tu cuerpo
Y por fin, me invitaste a este paseo
y yo, invité a la ilusión
hacia ningún lugar
y nos llevaste al fin del mundo...

Nos vemos a las dos
en aquella playa que nunca supe
donde guardaste esta tarde las estrellas
y los relojes suplicaron el atardecer
Mandaremos al resto lejos
y bajaremos esa luna menguante
que susurre al oído, a tiempo de corcheas
quédate

Nos vemos a las dos
No llegues tarde...

Dedicarme una canción de Marwan
empujar a gol el rechace de Salinas
dar una tregua a la distancia
arriesgar la dama para salvar mi peón
encontrar el camino que no llegue a Roma
cambiar las tablas calóricas por sonrisas
divorciar de sus preposiciones a esta nueva ilusión

Hoy, pienso concederme todo el domingo
y que mi mente, por fin
te dé un día libre...